GORDIMER Nadine.
Max ha muerto, Liz, la narradora y su exmujer, dobla el telegrama.
Tengo posibilidades, desde luego, pero ¿bajo qué piedra se encuentran? dice Kafka; Max pasó una vida buscando la posibilidad, la grieta que marcara el principio para que las cosas fueran distintas, y no encontró más piedras que las que yacen al fondo del mar.
Habrá que avisar a Bobo, ese hijo que lamenta el impacto de la política en su propia familia, deseando a veces que hubieran sido distintos, más indiferentes a lo que sucede en el entorno, como esos a los que no les importa nada.
Pero Sudáfrica vive sumida en el racismo exacerbado, y le tocó un padre convencido de luchar por un mundo más justo, un hombre ansioso por mirar más allá del pequeñísimo ambiente en el que le tocó crecer, ese grupo enfermo de esclerosis moral, y una madre trabajando en la clandestinidad y fuera de ella a favor del nacionalismo africano.
Preguntas y más preguntas. Que no nos pase la vida por encima, ¿no es el deseo de infinitud el que nos mueve? se cuestiona la narradora; trascender cuando todo haya terminado, encontrar ese algo que otorgue un sentido a nuestras vidas.
Max y Liz están rotos ¿habrá sido el entorno? ¿su urgencia de querer hacer distinto? ¿la necesidad de Max de validarse para ser visto como no lo fue en su hogar? ¿la normalidad que atestiguaban cada día?
Max se ha ido y su presencia acompaña a una Liz asustada pero viva.
El relato fluye entre lo íntimo y lo social. Irónica y mordaz, perceptiva e íntima, la escritura de Gordimer es una reflexión sobre el mundo que le tocó vivir.
Me pregunto cuantos abrazan las ideas por encontrar en ellas el sentido, para olvidar después que lo que origina las ideas son las realidades que viven las personas.
Georgina GM.
Agosto 2021