DE VIGAN, Delphine
Marie, la amiga de Michka -como llamaban de cariño a la editora- necesita asegurarse de haber dicho ese enorme gracias a su amiga que recién ha muerto, el gracias que desde niña habitó en su cuerpo. ¿Qué habría sido de ella sin Michka? su vecina en la niñez.
Las preguntas le persiguen ¿la acompañó lo suficiente? ¿agradeció a Michka como se merecía? ¿supo ella la diferencia que generó en la vida de Marie? ¿que sus cuidados y cariño le cambiaron la historia?
Michka solía hablar de la importancia de decir, de nombrar lo que sentimos, de no permitir que se nos pasara de largo en la certeza de que habría tiempo para hacerlo, ya que eso no siempre sucede.
Marie sabe que la gratitud muchas veces se extravía entre los formales gracias que solemos dar durante el día, convencidos de que nos correspondía, y sin aquilatar la diferencia que la acción de ese otro u otra hizo en nuestras vidas: la posibilidad de estudiar, la complicidad, o el apoyo cualquiera cuando fuese necesario.
La gratitud nos sitúa frente al mundo de una manera distinta. Honrar la solidaridad y la cooperación nos lleva a percatarnos de los otros, y a observar lo que sucede a nuestro alrededor. Por lo que Marie agradece también a Jérôme, el logopeda de Michka, el terapeuta convertido en amigo, y quien no sólo le acompañó a enfrentar el mal de afasia, que comenzó con la dificultad de encontrar las palabras, sino también a poder morir en paz.
Una lectura bellísima para introducirnos en los ineludibles temas de gratitud y de vejez.
–¿Cuándo nos hacemos viejos?
– En mis tiempos…
–¿Cuáles? ¿cuándo? porque éste, también es tu tiempo.
Georgina GM
Abril 2022